domingo, 4 de marzo de 2012

extracto del libro postume de antoine de exupery

No confundas el amor con el delirio de posesión, que aporta los peores sufrimientos. Porque por el contrario, según la opinión común, el amor no hace sufrir. Pero el instinto de propiedad sí hace sufrir, lo que es contrario al amor.
Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944)

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MEDIO SIGLO DESPUÉS….
saint-exupery

El año 1948 apareció con el sello de la Librairie Gallimard (París, Francia), lo que fue la primera edición de Citadell, la obra que dejó inconclusa y en la que había trabajado por algunos años, siempre añadiendo y sin corregir, Antoine de Saint-Exupéry. El manuscrito lo había acompañado tanto en su exilio neoyorquino como en el canadiense, luego a Argel, después a Casablanca.

Obra empezada en 1936, Ciudadela siguió los vaivenes de los entusiasmos y depresiones de Saint-Exupéry. Era un libro íntimo, escrito al calor del sentimiento. Helen Ferro, quien traduce y prologa la primera edición de Ciudadela -Emece Editores S.A., Buenos Aires, 1948, con una ilustración de André Derain-, anota que en los años finales de Saint-Exupéry una dactilógrafa se encargaba de traducir y copiar lo que éste había escrito febrilmente, casi siempre de noche.
Ciudadela, desde antes de qe fuera publicado, ha suscitado sentimientos distintos. Para unos, una obra en la que el autor extraordinario de Correo del Sur, Tierra de hombres, Vuelo nocturno, El Principito, Piloto de guerra, se había enredado y perdido en divagaciones metafísicas.


De una lectura que Saint-Ex -así lo llamaban sus conocidos- hizo a Driu La Rochelle y a Benjamín Cremieux, amigos fraternos y antdegaullistas de él, éstos “se inquietaron por el cambio sufrido”. El narrador estupendo de aventuras viriles y vitales había dado paso a un escritor cuya voz era una anunciación.
Para otros, Ciudadela era la culminación de una vida. La estación lógica a la cual debía llegar toda la narrativa de Saint-Ex. No obstante, si uno relee su obra, hallará que ya en Piloto de guerra se anuncia el largo camino que había de emprender, y que quedó en los primeros pasos, con Ciudadela. -”Pues he visto extraviarse la piedad con demasiada frecuencia”.- El libro del credo interior de que habla Ferro, que irrumpía cual pequeño arroyuelo. Unas veces límpido, oscuro, otras atractivo y siempre misterioso. Una voz clamando en el desierto cual un nuevo San Juan. Otras apostrofando cual profeta escapado del Antiguo Testamento, o bien del Zaratustra de Nietzsche.
Ciudadela, como bien se ha puntualizado, a las reflexiones místicas, éticas y sociales, las recubre de un hálito poético que las hace trascendentes. Mensaje espiritual procedente de los espacios celestes y destinado a la tierra de los hombres, leemos en una prolija bibliografía de Saint-Ex.
Todo esto viene a cuento porque, con gran despliegue de publicidad, en España se acaba de hacer una nueva reedición de Ciudadela -Alba Editorial, de Barcelona, de Saint-Exupéry, medio siglo después de la primera que apareció en castellano. Y, como ayer, ante este estupendo redescubrimiento, nuevamente se le compara y se le pone a la altura de Los siete pilares de la sabiduría, de Lawrence, Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, de Rilke, Así hablaba Zaratustra, del iracundo Nietzsche. También como una voz escapada de El Corán o de alguno de los libros del Antiguo Testamento.

(*) El presente artículo de Ismael Pinto fue escrito aprox. en 1998. No poseeo la referencia exacta.

CIUDADELA (Fragmentos)

II
Así, desde la cima de la torre más alta de la Ciudadela, he descubierto que ni el sufrimiento ni la muerte en el seno de Dios, ni el duelo mismo eran de lamentar. Porque al desaparecido, si se venera su memoria, es más presente y poderoso que el viviente. Y he comprendido la angustia de los hombres y compadezco a los hombres.

Y he decidido curarlos.

Tengo piedad sólo de aquél que se despierta en la gran noche patriarcal creyéndose al abrigo bajo las estrellas de Dios, y que de pronto siente el deseo del viaje.
He prohibido que se interrogue, sabiendo que no hay nunca respuesta que sacie. El que interroga busca antes que nada el abismo.
IV

Morada de los hombres, ¿quién te fundará sobre la razón? ¿Quién será capaz, según la lógica, de construirte? Existes y no existes. Eres y no eres. Estás hecha de materiales dispares, pero es preciso inventarte para descubrirte.
XV
El imperio -les dijo- no debe mezclarse en vuestros escándalos. El general evidentemente debe obedecer al gobernador. Castigaré, puesa éste por no haber sabido mandar. Y al otro por no haber sabido obedecer. Y os aconsejo el silencio.
XXII
…porque hay más inteligencia escondida en las cosas tales como son, que en las palabras…

XXX
Odio ante todo a los que no son. Raza de perros que se creen libres porque son libres de cambiar de parecer, de renegar (¿y cómo sabrán que reniegan si son jueces de sí mismos?), libres de trampear y de perjurar y de abjurar y a los que hago cambiar de parecer, si tienen hambre, nada más que mostrándoles el comedero.
XXXII

El hombre inferior inventa el desprecio porque su verdad excluye a las otras.

XXXVI
Cuando escribes cargas un navío. Mas pocos navíos arriban. Naufragan en el mar. Hay pocas frases que continúan su resonancia a través de la historia. Porque quizá he querido significar mucho; pero aprisiono poco.
LV
No confundas el amor con el delirio de posesión, que aporta los peores sufrimientos. Porque por el contrario, según la opinión común, el amor no hace sufrir. Pero el instinto de propiedad sí hace sufrir, lo que es contrario al amor.
CXXX
Cuando muera.
Señor, llego hasta ti porque he trabajado en tu nombre. Para ti las simientes.
Yo he edificado este cirio. A ti te correspnde encenderlo.
Yo he edificado este templo. A ti te corresponde habitar su silencio.